Lector número

viernes, 23 de septiembre de 2011

Capitulo 2.

Capitulo 2.
Mi padre me llevo al instituto en coche antes de irse al trabajo.
La noche anterior había llovido por lo que el ambiente era húmedo, no había ni rastro del sol, seguramente el día de hoy volvería a llover. Miré mi reflejo en uno de los charcos que había en el asfalto del aparcamiento del instituto. Llevaba el pelo ondulado tirando a rizado, me fije como el castaño extremadamente oscuro de mi pelo hacía contraste con mi cara que era más bien pálida. Mis cejas eran finas y definidas, tenía los ojos grandes con el iris de color castaño claro, en medio de todo ese castaño claro se podía ver una linea verde que formaba un circulo entorno a la pupila, en los días de mucho sol estos se veían mucho más claros, tenía muchas pestañas y muy largas, la nariz era fina y un poco alargada, por último los labios, estos eran finos y rosados. Iba vestida con un pantalón vaquero pitillo, mis deportivas anchas que hacían el pie bastante más grueso y una sudadera rosa pálido de marca. Me dí cuenta de que la gente me miraba, me coloqué la mochila sobre el hombro izquierdo y caminé con paso ligero hasta entrar en el gran edificio color arena, me temblaban las manos, siempre me temblaban un poco, pero por el nerviosismo me temblaban aun más. Llevaba el la mano un horario y el número de aula en el que se daba cada clase, tenía la esperanza de no perderme y llegar a tiempo para el comienzo de mi primera clase, educación plástica y visual.
Encontré el aula casi sin problemas, era una de las primeras en llegar.
-Señorita, sientese en primera fila.
El profesor se percató de mi presencia en cuanto entré en el aula, me reconoció de inmediato, seguramente por la foto que mandaron mis padres en el sobre de la matricula, todos los alumnos deben poner una foto suya de carné en sus respectivos sobres, supuse que sería un hombre muy atento, para ser profesor de esta asignatura hay que serlo, hay que saber mirar bien las cosas para plasmarlas en papel, tenía cara de buenas migas, daba una primera buena impresión, aun que no me gustaba guiarme por las primeras impresiones casi siempre traicionan.
-Espero que le guste dibujar y no como a la mayoría de sus compañeros. Cuando entren sus compañeros aremos una pequeña presentación.
No contesté, en lugar de ello asentí con la cabeza, odiaba las presentaciones, pero estaba dispuesta a aguantar ese pequeño mal rato. Me quede de piedra cuando vi a la chica que gritaba a aquel muchacho en el parque, se acercó a mi pupitre y me miro con cara de malas pulgas. Por fin pude fijarme en sus rasgos, sus cejas eran indefinidas y de un color castaño claro, se le notaban muy poco, sus ojos eran grandes de una forma ovalada su iris era de color castaño un par de tonos mas claro que el color de mis ojos y verdosos, su nariz era un poco respingona y no tan estrecha como la mía, por último sus labios eran carnosos, llevaba la cara bastante pintada, una gran cantidad de sombra de ojos negra y los labios pintados de rojo. Sacudí la cabeza un par de veces y me apresuré a decirla algo.
-Oh, disculpa ¿Es tu sitio verdad?.- Fue lo primero que se me pasó por la cabeza en aquel momento.
La chica me ignoró por completo, mantuvo una breve charla con el profesor y se fue con una media sonrisa a sentarse al final de la clase. Me encogí de hombros y suspiré, decidí concentrarme en la clase lo cual me resultaba un poco difícil, al parecer al profesor se le olvido lo de la presentación, por un lado me sentía aliviada, no tendría que pasar ese mal trago.
Paseé la mirada un par de veces por los rostros concentrados de todos y cada uno de los presentes en el aula, unos reían otros prestaban atención al profesor, había unos que se limitaban a trocear sus gomas para tirarselas entre ellos. La tarea era sencilla, teníamos toda la clase para hacer un boceto a carboncillo de lo que quisieramos, comencé a dibujar, mis dibujos normalmente reflejaban mi estado de animo, de modo que me centré en crear un boceto inexpresivo, era difícil, demasiado. Tocó el timbre lo que indicaba que ya debería de tener terminada la tarea pero no era así. Me había llevado más tiempo de lo previsto, me quedé mirándolo durante un instante, era un autorretrato, a decir verdad no se me parecía mucho, no tenía un espejo allí delante para mirarme, supongo que el dibujo reflejaba como me gustaría ser, el rostro del dibujo lucía una amplia sonrisa. Cerré el cuaderno de dibujo, por suerte el profesor nos dejó terminarlo en casa, no cerré la mochila, tenía prisa por encontrar la ubicación de mi siguiente clase, así que me la cargué sobre el hombro izquierdo y salí a paso ligero con el cuaderno y la hoja suelta entre medias. Me asomé por el hueco de la puerta, el pasillo se inundaba de alumnos por momentos, nada mas salir me topé de frente con un muchacho moreno, alto y delgado, no tuve tiempo de fijarme en nada más este siguió de largo y yo hice lo mismo, en dirección contraria. Me paré frente a la puerta de entrada al centro, deposité la mochila en el suelo y empecé a buscar el horario, en el ponía el número del aula a la que tenía que ir y me sería mucho más fácil encontrarlas; no lo encontraba, quizás lo había dejado en casa, eché un vistazo por el cuaderno de dibujo, el horario no estaba allí, era de esperar, lo que me sorprendió fue que tampoco se encontraba allí guardado mi boceto, seguramente se me había caído por el pasillo al salir del aula, retrocedí rápidamente para buscarlo pero el dibujo no estaba por ningún lado, al fin me rendí, haría uno nuevo y lo entregaría mañana como si nada, los pasillos estaban casi despejados, le pregunté a la primera chica con la que me crucé y así me pase el día entero recorriendo los pasillos del instituto en busca de las clases que debía impartir y preguntando al primero que pasasé por mi lado.
El día se me antojaba horroroso, perdía por momentos las pocas esperanzas que me quedaban de poder ser medianamente feliz aquí, no había encontrado ninguna persona que se dignase ha hacerme compañía o a enseñarme al menos las intalaciones y ahora me encontraba sentada en las desiertas escaleras de piedra del patio del instituto, con el cielo encapotado y bastante humedad en el ambiente esperando a mi madre, no quedaba nadie era la última, empezaba a proponerme volver sola a casa, estaba un tanto lejos pero era mejor que quedarse como un pasmarote a que comenzase la lluvia y empaparse. Mi madre se había olvidado por completo de mi, suspiré una y otra vez mientras avanzaba con las manos metidas en los bolsillos de mi chaqueta. No sé como lo hize pero logré llegar a casa sin mucha dificultad, suerte supongo, si, llamemoslo así. Mi madre abrió la puerta y exclamó nada más verme .- ¡Oh, lo siento cariño!¿Estás bien?.- No contesté, subí a mi habitación y me puse ha hacer un nuevo boceto para plastica estaba cansada y me deprimía pensar que el día de hoy sería rutina, seguramente mi madre me haría volver andado ahora que descubrió que podía hacerlo sin complicaciones.
El molesto sonido de el despertador me indicó que era hora de levantarse, me había quedado dormida con todos los papeles y demás material escolar esparcidos por la cama, me icorporé y miré a mi alrrededor, pasé las manos por mi cara unos cuantas veces mientras me despertabá y recordaba lo que había pasado el día anterior, mi actitud pasota había cambiado de la noche a la mañana, me había levantado con el pie derecho dispuesta ha reacer mi vida, tardé demasiado tiempo en escoger la ropra que creía adecuada, en arreglarme el pelo y pintarme, se me hizo tarde de tal modo que cogí todos los libros y los guardé de cualquiera manera, cerré la mochila y salí pintando, mi padre llevaba bastante tiempo esperandome con el coche en marcha. No quería llegar tarde, nada más bajar del coche corrí hacia la puerta, no quedaba nadie en el patio, abrí la puerta rápidamente, por suerte o no, el pasillo estaba lleno de gente, con las prisas choqué contra algo, miré al frente para comprobar de que se trataba, era nada más y nada menos que la chica con la que había tenido ya varios encuentros, el choque hizo que se le cayeran un par de libros que llevaba entre los brazos, un par de chicas se acercaron a ella.
-Keira, ¿Estás bien?- Preguntaron las dos al unisono.
-¿¡Qué te crees que estas haciendo!?-Me grito ignorandolas por completo mientras me miraba con aires de superioridad, por encima del hombro.
-¿Disculpa?-La contesté con un tono de voz adecuado y normal, por una vez estaba controlando mis impulsos, todos se nos quedaron mirando, en seguida un grupito del mismo estilo que Keira se colocó detrás de ella como si fueran sus guardaespaldas o algo por estilo, la situación me parecía estupida.- Creo que no deberías de hablarme de este modo, tú eres tan culpable como yo.
Ella rió ironicamente y alzó una ceja desafiante.
-Tú no sabes con quien estas hablando ¿Verdad?, claro, ¿cómo ibas a saberlo si eres la chica invisible? una marginada que no tiene un solo amigo, me das un poco de pena...
-Tú te crees mucho ¿Me equiboco?-Señalé con un dedo a los que se encontraban detrás suya.- No, yo aquí no tengo ningún amigo, pero al menos se lo que es la amistad, ¿De veras tú crees que alguno de esos que tienes a tus espaldas daría algo por ti?-reí.- ilusa...
A decir las verdad las palabras salieron por si solas, había logrado cabrearme y uno de mis mayores defectos es este, cuando me enfado digo y hago las cosas sin pensar, actuo sin más, soy impulsiva.
Keira se avalanzó hacia mi y me agarró del pelo, la respondí propinandola un puñetazo donde primero me pillo, no me fije en el lugar solo sé que la di de lleno, me empujaba una y otra vez, me tiraba del pelo y me dió un puñetazo, a cada golpe la respondia, la tiré del pelo hasta creer que la iba a dejar calva, estaba furiosa, realmente nuestras personalidades chocaron desde el primer día, me dolía la cara cuando sentí que una fuerza tiraba de mi en dirección contraria a la que estaba ella, por suerte logré dar mi último golpe esta vez un derechazo directo a la cara. Cenré mis pensamientos en calmarme estaba muy alterada, la primera vez que tenía una pelea en el instituto, al menos una tan seria como aquella, aun oía como ella gritaba palabras amenazantes hacia mi, pero cada vez se oía más lejos. Un grupo de chicos se encontraba en torno a mi, todos me miraban espectantes esperando ver una reacción cualquiera que fuera, intenté abrirme paso entre la multitud para ir al servicio pero estos no me dejaban salir, al fin una chica comenzó me tendió un pañuelo de papel, lo cogí sin saber muy bien para que me lo daba, me dolía en especial la ceja, pasé la mano por ahí con cuidado y luego observé los dedos teñidos de rojo, estaba sangrando, me limpie con el pañuelo y lo presione un buen rato.
-¿Cómo te has atrevido a desafiar a Keira Blackburne?-Me preguntíó al fin una chica y los murmullos cesaron de golpe, todos prestaban atención a lo que iba a contestar.
-Hablas de ella como si fuera importante o te inspirase miedo, quizás respeto... no sé... no la conozco y tampoco me interesa hacerlo...
La chica negó con la cabeza.
-Te acabas de meter en un buen lio, te haran la vida imposible, te vendrá bien un cambio de instituto y cuando antes mejor, por cierto, mi nombre es Becky ¿y el tuyo?
-No me cambiaré, no la tengo miedo, ni a ella ni a sus amigos.-Mi gran razón era que tampoco le tenía mucho aprecio a mi vida en estos momentos, mi falta de autoestima hacia que actuase de manera ilogica.- Mi nombre es Brooke, bueno, Brookelle...
-Encantada de conocerte, bueno.. supongo que todos los estamos.-Terminó la frase dirigiendose a los demás.- y no la hagas caso no estas sola, nosotros estaremos para lo que necesites.
Me encogí de hombros y se lo agradecí antes de despedirme. Una vez en el baño me miré en el espejo, me lave la cara y me quede pensando.
Genial, cuando por fin quiero darle una oportunidad a esto lo estropeo, esta visto que no puedo poner esperanzas ni empeño en nada, al fin y al cabo las cosas nunca salen bien. Estaba deprimida más que enfadada y no tenía la cabeza para pensar en otras cosas.
En mi casa continué pensando mientras esperaba la cena, me dolía la cabeza de tanto pensar o quizás me dolia por los golpes recibidos, disimule lo mejor que pude las marcas con maquillaje, nadie se percató de ello.
Creo que Keira no es tan distinta a mi y que por ello chocamos tanto, por que nuestras personalidades son fuertes, somos impulsibas, no nos gusta mostrar lo que realmente sentimos y los escondemos tras una mascara, actuamos a la defensiba, tratamos de defender lo nuestro por encima de todo, apuesto a que lo que más la hiere es que se metan con su familia y amigos, sin hablar con ella ya sabía por donde iban los tiros, sabia demasiado de ella, me aventuraría a decir que quizás se comporta de ese modo por que tiene algun serio problema y necesita olvidarlo, quizás ese problema lo tenía en su casa... Me estaba comiendo demasiado la cabeza pensando en ella, sentía ganas de verla y comprobar que no había quedado muy mal después de la pelea, tenía ganas de disculparme aun que hubiera sido ella la que comenzó la disputa, a pesar de todo me había causado una buena impresión y pensaba conocerla más. Se me olvidó decir que sot cabezota y mucho, tengo que conseguir siempre lo que me propongo.
La cena no llegaba, mi madre se había olvidado de hacerla así que cenamos algo rápido, una pizza.
Me fui a dar una vuelta, el frió me aclaraba las ideas y me gustaba la oscuridad que habia por la noche, daría un leve paseo a la anaranjada luz de las farolas, a esas horas es cuando menos trafico había, cuando más silencioso estaba todo y eso era justo lo que necesitaba. Llegué al parque de la otra vez, donde vi a Keira discutir con aquél chico, la primera vez que la vi, recorrí el parque de cabo a rabo y encontre un lugar entre medias de unos árboles altos y frodosos, el sitio perfecto para pensar, allí nadie podía molestarme. Esperaba no encontrar nada más que cesped, alguna que otra mala hierba o como mucho algunas flores pero me sorprendí al ver una silueta de una persona, se le escuchaba respirar con dificultad, estaba llorando sentado sobre el húmedo cesped con la cabeza apollada sobre sus rodillas y los brazos rodeando sus piernas. Me acerqué y me acagché junto a el desconocido, le dí un suave toquecito en el hombro con la mano, levantó la cabeza y se levantó de imediato al verle. El deconocido era una chica, era Keira Blackburne, la chica más dura de todo el instituto sola, en un parque a estas horas y llorando, no, no me habia equibocado al pensar así de ella, la pasaba algo.
-Keira...-Susurré
Ella se me quedó mirando en silecio, tras una pausa cuando parecía que iba a comenzar a andar arranqué, las palabras salieron una vez más por si solas.
-Siento lo de esta mañana, por favor no te vayas. ¿Podemos hablar?
Se derrumbó, se tiró al suelo, mientras las lagrimas seguian recorriendo sus mejillas sin cesar, la escena me dejo congelada, un escalofrío recorrió mi cuerpo y me impuslsó a sentarme enfrente suya y acariciar su espalda en un intento por consolarla.
-Sé que no soy la más indicada para estar aquí contigo, puedo entender que hasta te moleste, que te caiga mal, pero estoy aquí y quiero ayudarte, no me conoces pero yo te conozco más de lo que piensas, se que te pasa algo grabe que no eres capaz de contarle a nadie y que te esconde tras esa mascara, tras esa imagen que has creado de la dura e insensible Keira Blackburne, pero no, no eres insensible, eres una persona como otra cualquiera con sus problemas, más o menos grabes que los del resto pero...- Me quedé sin recursos, no sabía que más la podia decir.- Estoy aquí para escucharte así que... si quieres...
-¿Cómo...-Comenzó a formular una pregunta pero se le quebró la voz, me abrazo y se aclaró la garganta un par de veces hasta que al fin continuó hablando.- ¿Cómo te llamas?
-Brooke... -Contesté asombrada, a parte de todo lo que sabia de ella, acababa de demostrar ser una chica cariñosa en el fondo- Debe de estar tan rota por dentro para fingir todo tan bien- Pensé.
-Yo también siento lo de esta mañana, siento ser así, pero las cosas no son faciles, mi vida no es fácil, no es como todo el mundo cree...-Se seco las lagrimas con las manos pero fue inutil pues estas no dejaban de desbordase de sus ojos.- Mi... mi padre...-suspiró y note al instante que le costaba hablar del tema que hasta quizás sería la primera vez que lo hacia.- Mi madre... se enamoró perdidamente de él, eran muy jovenes, él nunca la ha querido por su forma de ser, es un superficial... ¡Diós!, lo odio, odio todo esto, no sé por que me pasa esto a mi, por que sigo aquí, ¿por qué existo?, ella se quedo embarazada de mi a los diecisiete años se separo de su familia por él, lo dejo todo por él y por mi, él me odia, me insulta y me pega y yo no puedo hacer nada y ella se calla, se queda con él, ¿Sabes lo unico que hace?¿Sabes cuál es su reacción?-Sus parabras sonaban con rabia, impotencia y aparte estaba muy apenada.- Se encierra en su cuarto con la muica a tope y se pone a llorar, quiere ignorar todo lo que pasa, no habre los ojos, no quiere hacerlo, pero es aun más complicado yo no puedo decir nada, tengo que tragarmelo todo por que la quiero, es lo unico que tengo y ni siquiera por completo pues no sabe cuidarme, no sabe defenderme pero no la culpo por ello, ama a ese hombre y temo lo que pueda llegar a pasar...-El silecio se apodero de la estancia, se llevó las manos a la cara y se aparto el pelo de ella, se seco las lagrimas, ya no derramaba más, respiró hondo y miró al frente inexpresiba.
Rompí el silecio y comence a contarle las cosas que me habian pasado a mi, pensé que sería la mejor forma de ayudarla o al menos que no se sintiera tan desdichada. Desde aquella noche algo fuerte nos unió, sería mi gran apoyo, acababa de encontrar a la que sería mi mejor amiga, mi confidente...
Descubrí que vivía en el bloque de pisos de al lado, el lunes quedamos para ir juntas al instututo, la gente se quedaba boquiabierta al verlo, era como si la pelea nujnca hubiese sucedido pero aun quedaban pruebas que probaban que si, mi ceja magullada y el labio de ella, el cual ahora se encontraba amoratado y un tanto inchado. Pasamos un día genial, haciamos tonterias y nos reiamos sin parar, no me habia reido desde que llegué allí pero con ella todo eran risas, me dio las gracias en unas cuantas ocasiones, no la entendía, no tenñia por que darmelas. Haciamos planes por las tardes, me llevó de compras, yo procuraba mantenerla fuera de su casa y distraida el mayor tiempo posible pero la pesadilla siempre llegaría, no podia evitarlo y eso me frustraba, cambié por completo mi vestuario, mi estilo ahora era como el suyo, en poco tiempo era una más de su pandilla de amigos y hasta me fije más de los normal en uno de ellos, Ethan Hudson, un chico de compelxión atletica, me sacaba dos cabezas, era rubio de ojos marrones, iba de chulito y apantemente me ignoraba, obviamente no dude en contarselo a Keira y ella me daba algun que otro codazo cuando decia que me había mirado de reojo y yo la miraba mal pero luego sonreía. El grupo de amigos de Keira no era como yo pensaba, no había un lider definido, todos aportaban sus opiniones, era cierto eso de que se creen más que los demás y que miran por encima del hombro, también es cierto que no respetan las normas y que tienen comporantamientos que ocasionan conflictos, pero se cuidaban entre ellos, si alguien que no es del grupo se mete con algun miembro de él se le echan todos encima, el problema venia cuando eran dos miembros del grupo los que tenían el problema, ahí es cuando las cosas cambiaban por completo y todo se volvía un caos. Liam, el novio de Keira, pongamos que es el cabrón de turno, alto de complexión altelica como la mayoría del grupo, de pelo castaño y ojos azules, pero no me interesa su fisico, vayamos a su personalidad, solo le interesa las apariencias, su chica debe de ser la más deseada, la chica perfecta, una barbie, lo de dentro le importaba más bien poco, no sé que veía Keira en él, pero Liam no la valoraba en absoluto, tenía momentos dulces no lo voy a negar pero el resto del tiempo se comportaba fatal con ella.

Capitulo 1.

Capitulo 1.
El viento me revolvía el pelo mientras me adentraba en mi mundo interior, en mis pensamientos los cuales ahora eran un mar de dudas, pero no como un mar en calma si no más bien como un mar enfurecido en el que la olas chocan con fuerza contra las rocas destrozándolas, me sentía como deberían de sentirse esas piedras si tuvieran sentimientos.
Otra vez me enfrentaba a esa para mi horrible situación, una mudanza, el trabajo de mi padre nos obligaba ha hacerlo, a mis hermanos no les importaría mucho, ellos eran pequeños, sus amistades no eran tan importantes como las mías y reharían rápidamente su vida, dudo que apenas echasen de menos el lugar en el que vivíamos, a mi me costaría quizás más que la última vez que me mudé y eso que fue con nueve años a decir verdad la edad era baja y no debía de haberlo pasado tan mal, odié aquel cambio por el colegio y no era precisamente por que no me gustase hacer deberes, sacaba muy buenas notas, era por los niños, siempre he sido una chica muy tímida y mi nombre no ayuda a que unos niños pequeños te acepten, es más les chocaba, les resultaba extraño, daba pie a inventar algún que otro "ingenioso" insulto con este, pero que le iba ha hacer a mi madre le gustaban los nombres raros, pasé todos los años de colegio sola, soportando insultos de los niños, quizá en alguna ocasión alguna de mis compañeras se acercó a mi para saludarme amablemente, pero sentía que no encajaba, ese no era mi lugar, las cosas con los años fueron mejorando para que mentir, el cambio del colegio al instituto supuso mucho para mi, ese año deje atrás un poco de la vergüenza que tenía me dije a mi misma <<Basta>> y lo paré todo, hice un grupo de amigas a decir verdad no fue muy difícil eran unas chicas increíbles y tenían gustos muy parecidos a los mios, en fin, me desvió del tema, ese es el gran miedo que tengo a las mudanzas el tiempo que tardaré en encontrar mi sitio en esa nueva gran cuidad, también me dolía dejar atrás a mis amigas... no poder volver a verlas.
Arrastré rápidamente mi maleta por el suelo, haciendo que sus ruedas girasen a toda velocidad, mi madre estaba muy nerviosa, se le notaba en la voz me había distraido mirando a la nada mientras pensaba en todo esto y ella me instaba que me diera prisa o de lo contrario perderíamos el avión, como siempre llegábamos con el tiempo pegado a todos lados, normalmente me echaban la culpa de esto a mi, dicen que tardo mucho en arreglarme. Se me vino a la cabeza la imagen de nuestra ultima casa ya vacía y me invadió la melancolía, sentí unas terribles ganas de darme media vuelta y salir corriendo para quedarme, me tentaba la posibilidad de poder perder el avión y tener que quedarnos allí más tiempo, pero no lo hice, no quería demorar más el dolor.
Me marchaba sin despedirme, tengo un trauma con estas desde que me despedí  a los nueve años de mis compañeros de clase, seguramente mis amigas nunca me lo perdonarían.- así será mejor, no les dolerá tanto.- pensé y quizás llevaba razón en eso, esperaba poder volverlas a ver algún día pero era muy difícil.
Me senté en mi butaca del avión, le pedí a mi hermano que me dejase al lado de la ventanilla, quería mirar las nubes, por una vez estaría por encima de ellas. Me sentía como la chica más desdichada del mundo en ese momento, se me pusieron los ojos llorosos, un par de lágrimas estaban a punto de desbordarse pero lo evité, como siempre hacia. Saqué mi reproductor Mp4 de mi bolsillo y me puse a escuchar música deprimente con los cascos, me veía rara en ese sentido, a decir verdad era rara en más de un sentido, cuando estaba triste escuchaba música triste para ponerme más triste aún, mi madre me hubiera echado una charla diciendo que eso era una gran tontería, pero me echaba charlas por todo, era parte de mi rutina.
Al día siguiente de instalarnos en la enorme casa que nos había proporcionado como vivienda la empresa de mi padre insistí en ir al instituto, quería ir cuanto antes, nunca se me había dado bien eso de ser paciente y necesitaba que todo sucediera cuanto antes, seguía con la sensación de que todo iba a salir mal de que iba a pasar como la otra vez o incluso peor, no lo soportaba me dolía la cabeza de tanto pensar, de darle tantas vueltas a todo, mis padres para mi sorpresa se negaron a llevarme al instituto ese día, dijeron : -Tomate tu tiempo, la semana que viene te incorporaras más tranquilamente.  Les miré atónita, mis oídos no daban crédito a lo que acababan de escuchar, mis padres siempre habían sido muy estrictos respecto a los estudios, bueno la verdad es que mi padre lo era respecto a todo.
De inmediato me puse a elaborar un plan para desquiciarlos y que al día siguiente me levantasen de la cama con un grito para llevarme al instituto, es funcionaría, extrañamente deje mi plan a un lado y opté por hablar con ellos.- Dios Brooke, esta es la primera y ultima vez que dejas un plan a un lado para hablar con ellos ¿Qué estás haciendo?.- Me dije a mi misma.
-Papá, mamá...-Me dirigí hacia ellos procurando poner un tono de voz convincente
Mi madre abrió la boca con intención de hablar pero la cerró de inmediato y cruzo una sería mirada con mi padre, esta se encogió de hombros como si le diese la palabra a él.
-Mañana retomaras las clases.- Fue una respuesta muy breve, pero me conformé con ella.
Sonreí y le dí dos besos a mi madre, me habían dado permiso para salir a dar una vuelta, era extraño que no me hubieran encasquetado a mi hermano, el mediano de los tres, con el que me llevaba bastante mal, siempre me estaba incordiando y a eso se le sumaban unos cuantos celos que le había cogido en mi infancia, ahora no lo notaba, no le tenía envidia de nada pero tenía la sensación de que si nos llevábamos así de mal era por eso, en cambio con mi hermano el pequeño me llevaba realmente bien, le tenía como a un aprendiz y de vez en cuando en los juegos nos compichabamos contra mi otro hermano, me gustaba vestirle a mi manera y hacerle fotos, le veía como a el niño pequeño más guapo del mundo, era por así decirlo mi hermano mimado.
-¡Llevate una chaqueta!-Me gritó mi madre desde la cocina, pero decidí pasar de ella.
Cerré la puerta de inmediato y baje la escaleras apresuradamente temiendo que saliera mi madre para comprobar si había cogido una o no, vivía en un cuarto piso. Hacía frío, pero era por el viento, las ramas de los árboles se meneaban con fuerza aunque aquí hacia más frío que en mi, ahora, antigua cuidad. Nada más salir de el gran edificio de fachada gris, que de momento odiaba, me sentí tremendamente sola, caminé unas cuantas calles hacia delante, me fije en un gran parque lleno de árboles y múltiples arbustos, decidí pararme allí a pensar un rato, me había llevado un cuaderno de tapas duras negras y espiral que había comprado en mi ultima semana allí el cual no me había dado tiempo a estrenar, llevaba un lápiz y un bolígrafo en el bolsillo de mi pantalón baquero, un pantalón azul grisáceo y ceñido, de pitillo, me encantaba escribir casi tanto como dibujar, ese era el fin con el que había comprado el cuaderno. Me senté en un banco que se encontraba en el rincón más escondido del parque, todo estaba en silencio ni siquiera me fijé en si había gente o no, abrí el cuaderno y me puse a hacer un dibujo de las vistas que había contemplado desde el avión. De repente me percaté de que había gente, unos cuantos gritos me habían sacado de mi mundo, deje de dibujar y fije la vista en el frente, se trataba de una chica y un chico, estaban discutiendo fuertemente, temía que llegasen a las manos.
-¿¡Cómo se puede ser así!? ¡Vete, vete inmediatamente! ¡No quiero verte más! ¿Me oyes? - Le gritaba la chica al muchacho poniendo cara de asesina a la vez que le indicaba con el dedo índice de su mano derecha que se marchase. Me gustaba fijarme en los detalles, a veces incluso al mirar a alguien me imagino como sería plasmar sus rasgos en papel, el color de los ojos era en lo que más me fijaba, no había persona que conociese de la cual no sabía este dato, me llamaba mucho la intención, pero desde mi posición no les podía ver bien la cara, la chica llevaba el pelo muy largo y ondulado de un color castaño claro con la última capa, la de abajo la más larga negro azabache, era muy delgada y bastante alta, vestía unos leggins negros ajustados rotos por las rodillas y algún que otro roto más a la altura de los muslos, una chaqueta de cuero gris y debajo de esta una camiseta roja, de calzado llevaba unos zapatos rojos a conjunto con su camiseta con un tacón extremadamente largo, el chico vestía de su estilo, parecían miembros de la misma banda, seguramente eran de esos que pintaban en las paredes con esprais, mi padre odiaba a ese tipo de gente, es más decía que le ponían enfermo, supongo que como a todos los padres.
-Nos volveremos a ver...-contestó él en un tono desafiante lanzándola una mirada de odio y se marchó. La chica hizo lo mismo pero en dirección contraria y con aires más calmados.
Se me hacía tarde, las farolas de la calle se encendieron de golpe, me di cuenta de todo el tiempo que había pasado fuera por que se fue la luz y no podía ver con total claridad mi boceto, aun le faltaba algún retoque pero podía decir que estaba terminado. Cerré el cuaderno y me apresuré a volver a casa, mis padres debían de estar muy preocupados. Entré esperando que me mirasen con mala cara y que me echasen una gran bronca, pero no fue así, simplemente mi madre soltó un dulce: -¿Dónde has estado tanto tiempo hija?
Mi familia estaba rara, todo estaba raro.
Me puse nerviosa al mirar el reloj, tenía que acostarme y antes preparar todo para mañana, para causar un buena impresión el primer día de mi nueva vida, si es que se le puede llamar así, un cambio de aires lo llamó mi padre, pero no creo en eso de los cambios de aires, dijo que todo iría a mejor y supongo que por eso se comportaban ahora de una manera tan extraña, pienso que el aire es el mismo en todas partes, de echo esto en cierto modo es verdad, a lo que me refiero es a que, hay personas que se comportan del mismo modo o que tienen los mismos ideales tanto aquí como a mil kilómetros.
Tardé más de una hora entera en tenerlo todo listo, en la cena noté a mis padres un tanto tensos, todo estaba en silencio solo se oía el sonido de la televisión, mis hermanos no le quitaban el ojo de encima, eran pequeños ¿cómo iban a enterarse de algo?