Lector número

viernes, 23 de septiembre de 2011

Capitulo 1.

Capitulo 1.
El viento me revolvía el pelo mientras me adentraba en mi mundo interior, en mis pensamientos los cuales ahora eran un mar de dudas, pero no como un mar en calma si no más bien como un mar enfurecido en el que la olas chocan con fuerza contra las rocas destrozándolas, me sentía como deberían de sentirse esas piedras si tuvieran sentimientos.
Otra vez me enfrentaba a esa para mi horrible situación, una mudanza, el trabajo de mi padre nos obligaba ha hacerlo, a mis hermanos no les importaría mucho, ellos eran pequeños, sus amistades no eran tan importantes como las mías y reharían rápidamente su vida, dudo que apenas echasen de menos el lugar en el que vivíamos, a mi me costaría quizás más que la última vez que me mudé y eso que fue con nueve años a decir verdad la edad era baja y no debía de haberlo pasado tan mal, odié aquel cambio por el colegio y no era precisamente por que no me gustase hacer deberes, sacaba muy buenas notas, era por los niños, siempre he sido una chica muy tímida y mi nombre no ayuda a que unos niños pequeños te acepten, es más les chocaba, les resultaba extraño, daba pie a inventar algún que otro "ingenioso" insulto con este, pero que le iba ha hacer a mi madre le gustaban los nombres raros, pasé todos los años de colegio sola, soportando insultos de los niños, quizá en alguna ocasión alguna de mis compañeras se acercó a mi para saludarme amablemente, pero sentía que no encajaba, ese no era mi lugar, las cosas con los años fueron mejorando para que mentir, el cambio del colegio al instituto supuso mucho para mi, ese año deje atrás un poco de la vergüenza que tenía me dije a mi misma <<Basta>> y lo paré todo, hice un grupo de amigas a decir verdad no fue muy difícil eran unas chicas increíbles y tenían gustos muy parecidos a los mios, en fin, me desvió del tema, ese es el gran miedo que tengo a las mudanzas el tiempo que tardaré en encontrar mi sitio en esa nueva gran cuidad, también me dolía dejar atrás a mis amigas... no poder volver a verlas.
Arrastré rápidamente mi maleta por el suelo, haciendo que sus ruedas girasen a toda velocidad, mi madre estaba muy nerviosa, se le notaba en la voz me había distraido mirando a la nada mientras pensaba en todo esto y ella me instaba que me diera prisa o de lo contrario perderíamos el avión, como siempre llegábamos con el tiempo pegado a todos lados, normalmente me echaban la culpa de esto a mi, dicen que tardo mucho en arreglarme. Se me vino a la cabeza la imagen de nuestra ultima casa ya vacía y me invadió la melancolía, sentí unas terribles ganas de darme media vuelta y salir corriendo para quedarme, me tentaba la posibilidad de poder perder el avión y tener que quedarnos allí más tiempo, pero no lo hice, no quería demorar más el dolor.
Me marchaba sin despedirme, tengo un trauma con estas desde que me despedí  a los nueve años de mis compañeros de clase, seguramente mis amigas nunca me lo perdonarían.- así será mejor, no les dolerá tanto.- pensé y quizás llevaba razón en eso, esperaba poder volverlas a ver algún día pero era muy difícil.
Me senté en mi butaca del avión, le pedí a mi hermano que me dejase al lado de la ventanilla, quería mirar las nubes, por una vez estaría por encima de ellas. Me sentía como la chica más desdichada del mundo en ese momento, se me pusieron los ojos llorosos, un par de lágrimas estaban a punto de desbordarse pero lo evité, como siempre hacia. Saqué mi reproductor Mp4 de mi bolsillo y me puse a escuchar música deprimente con los cascos, me veía rara en ese sentido, a decir verdad era rara en más de un sentido, cuando estaba triste escuchaba música triste para ponerme más triste aún, mi madre me hubiera echado una charla diciendo que eso era una gran tontería, pero me echaba charlas por todo, era parte de mi rutina.
Al día siguiente de instalarnos en la enorme casa que nos había proporcionado como vivienda la empresa de mi padre insistí en ir al instituto, quería ir cuanto antes, nunca se me había dado bien eso de ser paciente y necesitaba que todo sucediera cuanto antes, seguía con la sensación de que todo iba a salir mal de que iba a pasar como la otra vez o incluso peor, no lo soportaba me dolía la cabeza de tanto pensar, de darle tantas vueltas a todo, mis padres para mi sorpresa se negaron a llevarme al instituto ese día, dijeron : -Tomate tu tiempo, la semana que viene te incorporaras más tranquilamente.  Les miré atónita, mis oídos no daban crédito a lo que acababan de escuchar, mis padres siempre habían sido muy estrictos respecto a los estudios, bueno la verdad es que mi padre lo era respecto a todo.
De inmediato me puse a elaborar un plan para desquiciarlos y que al día siguiente me levantasen de la cama con un grito para llevarme al instituto, es funcionaría, extrañamente deje mi plan a un lado y opté por hablar con ellos.- Dios Brooke, esta es la primera y ultima vez que dejas un plan a un lado para hablar con ellos ¿Qué estás haciendo?.- Me dije a mi misma.
-Papá, mamá...-Me dirigí hacia ellos procurando poner un tono de voz convincente
Mi madre abrió la boca con intención de hablar pero la cerró de inmediato y cruzo una sería mirada con mi padre, esta se encogió de hombros como si le diese la palabra a él.
-Mañana retomaras las clases.- Fue una respuesta muy breve, pero me conformé con ella.
Sonreí y le dí dos besos a mi madre, me habían dado permiso para salir a dar una vuelta, era extraño que no me hubieran encasquetado a mi hermano, el mediano de los tres, con el que me llevaba bastante mal, siempre me estaba incordiando y a eso se le sumaban unos cuantos celos que le había cogido en mi infancia, ahora no lo notaba, no le tenía envidia de nada pero tenía la sensación de que si nos llevábamos así de mal era por eso, en cambio con mi hermano el pequeño me llevaba realmente bien, le tenía como a un aprendiz y de vez en cuando en los juegos nos compichabamos contra mi otro hermano, me gustaba vestirle a mi manera y hacerle fotos, le veía como a el niño pequeño más guapo del mundo, era por así decirlo mi hermano mimado.
-¡Llevate una chaqueta!-Me gritó mi madre desde la cocina, pero decidí pasar de ella.
Cerré la puerta de inmediato y baje la escaleras apresuradamente temiendo que saliera mi madre para comprobar si había cogido una o no, vivía en un cuarto piso. Hacía frío, pero era por el viento, las ramas de los árboles se meneaban con fuerza aunque aquí hacia más frío que en mi, ahora, antigua cuidad. Nada más salir de el gran edificio de fachada gris, que de momento odiaba, me sentí tremendamente sola, caminé unas cuantas calles hacia delante, me fije en un gran parque lleno de árboles y múltiples arbustos, decidí pararme allí a pensar un rato, me había llevado un cuaderno de tapas duras negras y espiral que había comprado en mi ultima semana allí el cual no me había dado tiempo a estrenar, llevaba un lápiz y un bolígrafo en el bolsillo de mi pantalón baquero, un pantalón azul grisáceo y ceñido, de pitillo, me encantaba escribir casi tanto como dibujar, ese era el fin con el que había comprado el cuaderno. Me senté en un banco que se encontraba en el rincón más escondido del parque, todo estaba en silencio ni siquiera me fijé en si había gente o no, abrí el cuaderno y me puse a hacer un dibujo de las vistas que había contemplado desde el avión. De repente me percaté de que había gente, unos cuantos gritos me habían sacado de mi mundo, deje de dibujar y fije la vista en el frente, se trataba de una chica y un chico, estaban discutiendo fuertemente, temía que llegasen a las manos.
-¿¡Cómo se puede ser así!? ¡Vete, vete inmediatamente! ¡No quiero verte más! ¿Me oyes? - Le gritaba la chica al muchacho poniendo cara de asesina a la vez que le indicaba con el dedo índice de su mano derecha que se marchase. Me gustaba fijarme en los detalles, a veces incluso al mirar a alguien me imagino como sería plasmar sus rasgos en papel, el color de los ojos era en lo que más me fijaba, no había persona que conociese de la cual no sabía este dato, me llamaba mucho la intención, pero desde mi posición no les podía ver bien la cara, la chica llevaba el pelo muy largo y ondulado de un color castaño claro con la última capa, la de abajo la más larga negro azabache, era muy delgada y bastante alta, vestía unos leggins negros ajustados rotos por las rodillas y algún que otro roto más a la altura de los muslos, una chaqueta de cuero gris y debajo de esta una camiseta roja, de calzado llevaba unos zapatos rojos a conjunto con su camiseta con un tacón extremadamente largo, el chico vestía de su estilo, parecían miembros de la misma banda, seguramente eran de esos que pintaban en las paredes con esprais, mi padre odiaba a ese tipo de gente, es más decía que le ponían enfermo, supongo que como a todos los padres.
-Nos volveremos a ver...-contestó él en un tono desafiante lanzándola una mirada de odio y se marchó. La chica hizo lo mismo pero en dirección contraria y con aires más calmados.
Se me hacía tarde, las farolas de la calle se encendieron de golpe, me di cuenta de todo el tiempo que había pasado fuera por que se fue la luz y no podía ver con total claridad mi boceto, aun le faltaba algún retoque pero podía decir que estaba terminado. Cerré el cuaderno y me apresuré a volver a casa, mis padres debían de estar muy preocupados. Entré esperando que me mirasen con mala cara y que me echasen una gran bronca, pero no fue así, simplemente mi madre soltó un dulce: -¿Dónde has estado tanto tiempo hija?
Mi familia estaba rara, todo estaba raro.
Me puse nerviosa al mirar el reloj, tenía que acostarme y antes preparar todo para mañana, para causar un buena impresión el primer día de mi nueva vida, si es que se le puede llamar así, un cambio de aires lo llamó mi padre, pero no creo en eso de los cambios de aires, dijo que todo iría a mejor y supongo que por eso se comportaban ahora de una manera tan extraña, pienso que el aire es el mismo en todas partes, de echo esto en cierto modo es verdad, a lo que me refiero es a que, hay personas que se comportan del mismo modo o que tienen los mismos ideales tanto aquí como a mil kilómetros.
Tardé más de una hora entera en tenerlo todo listo, en la cena noté a mis padres un tanto tensos, todo estaba en silencio solo se oía el sonido de la televisión, mis hermanos no le quitaban el ojo de encima, eran pequeños ¿cómo iban a enterarse de algo?

No hay comentarios:

Publicar un comentario